27.2.14

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Últimamente espero mucho de la vida y no sé si es una buena elección o es el más loco pensamiento. Estos días atrás he pensado algunas veces en que merezco ser feliz y saber aprovechar esas pequeñas alegrías que nos aporta la vida. Cosas como despertarme con un rallo de luz en mi mano, oír como a lo lejos unas ramas se mueven y agitan las hojas que cuelgan de ellas. También he pensado en que me quiero enamorar, volver a sentir la montaña rusa que es el amor, todas sus subidas y sus bajadas, quiero volver a sentir como si volara con una leve cosquilla en mi estómago y que el culpable seas tú... Y tampoco me importaría sentirme por los suelos, porque si acepto el amor lo acepto con todas sus condiciones y momentos. Aunque luego, se me pasa por la cabeza un pensamiento en el que mando lo bastante lejos a todo eso y solo veo noches de fiestas con una pésima compañía. Me gustaría despertarme en la playa, con el maquillaje corrido y los tacones en la mano, y preguntarme ¿cómo llegué aquí? Perder un poco el control de todo, con eso creo que me conformaría. Sentirme aturdida mientras solo puedo escuchar un sonido repetitivo en mis oídos, bailar y dejarme la vida allí, quiero que no me preocupe nada... pero, nada, déjalo, es solo eso, que estos últimos días he estado pensando mucho y que me gustaría disfrutar de la vida, porque solo hay una.

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